Territorio…
El territorio es un lindo tema para terminar el 2014.. es importante.
Siempre que se establece
un territorio aparecen elementos fundamentales.
Uno es lo recortado por el territorio, el territorio en sí.
El otro elemento importante es el recorte, el limite de lo que queda dentro.
Los dos aspectos que
constituyen un territorio son: Lo limitado y el limite en sí.
Entonces si pensamos
en la noción de limite con si fuera una puerta, a la cual abrimos hacia adentro… encontramos la interioridad.
Si desde la puerta, en cambio, vemos para afuera está “lo otro”.
Interiormente sería
la subjetividad, exteriormente la objetividad, el afuera de mí.
Ahora el territorio
en sí mismo es, desde lo subjetivo, mi cuerpo o sea mi terreno, concreto, que sustenta
cualquier concepto de territorialidad… .
Por mi manera de ser…
me pregunto como habitar este cuerpo?
...
y no que sea de otro…
una pregunta femenina por excelencia,
a la vez, una cuestión acerca del limite
… que dejo dentro…
yo y
que es lo otro.
Las cuestiones que
se comienzan con las palabras “como”, tienen que ver con lo maternal… como hacer
algo.
Por otra parte, las cuestiones que comienzan con “que” son masculinas,
paternales, se refieren a un contenido y no a una forma de actuar.
Mi pregunta
acerca de cómo habitar… digamos poseerme en mi territorio primero, mi cuerpo,
tiene pues desviaciones hacia la forma de ser conmigo,
y también que dejo
dentro y que no me pertenece.
Otros se preguntaran
otras cosas,
como extremar al cuerpo,
como moldearlo según algún concepto,
como
usarlo en tanto expresión de una interioridad…
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Además, mi cuerpo,
más allá de la historia personal,
creo
que está atravesado por otras,
también mujeres.
Hay días que me
siento otra,
otras mujeres que pelan en mí,
para que las respeten,
las escuchen,
las
valoren.
Si,
tengo días donde
estoy poblada de otras…
ahí me aparecen
imágenes internas de puños cerrados,
platos rotos de alguna película...
también
acompañan a las imágenes
diálogos nefastos que denigran a cualquier mujer.
“ni
sabes lo que queres”,
”sos la gata flora,
no pensas en tus hijas”,
“fíjate el
mal que haces cuando disides sola”.
También tengo días en los que amanezco poblada de otros…
y esto ya es más complejo,
ya que si me
siento hombre (internamente hablando),
no entiendo su mundo,
que es el mundo exterior realmente
hablando…
y lo vivencio en un nivel burdo, osco, pueril.
Así me digo cosas
como que no soy eficiente ahí afuera,
que no junté lo que se cayó por ahí…
sigo
siendo una mujer…
pero a merced de una interioridad masculina machista, irreverente
a lo femenino.
Esto es a nivel del pensamiento, interno, a nivel de la mente.
Afuera,
cuando tengo estos diálogos conmigo,
me visto de manera diferente.
Busco colores
que no brillen,
que tapen la edad,
los kilos,
el hambre de amor…(mentiroso claro!)
de saturo la elecciones,
me quita alegría el
escucharme a mi misma en esas voces.
El tema del
territorio también se puede pensar como un frac tal,
que vuelve a repetir la misma estructura hasta el infinito,
tal como si fuéramos un brócoli, un
helecho.
Entonces así como
tengo un limite, que concre-tamente es la piel,
conceptualmente sería la
identidad,
el yo,
también analógicamente mi casa sería mi territorio,
con su
interioridad,
y su limite: las paredes que la circundan.
Hace años encontré en Internet una meditación que se llama “curación mente –cuerpo de Oshos” que allá por el 2009 me decía “ahí donde esta tu cuerpo,
está tu vida, y en ningún otro lugar”.
Esta es una bella y
sabia afirmación,
equilibra esta tendencia de irnos hacia adelante en el
tiempo,
que parecería ser igual en el espacio… y no.
Donde estoy,
estoy…
mi
espacio actual no es algo que por pensar más allá,
se altera realmente.
Siempre
donde estoy es un presente rabioso y simple: es.