Mostrando entradas con la etiqueta vida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta vida. Mostrar todas las entradas

domingo, 26 de octubre de 2014

Las semillas que se plantan todos los días...


Quizá sea mejor estar así…

Siempre es mejor lo que está pasando en realidad… que lo que uno quiere que pase.

Aunque para pensar así… hay que estar ocupado por demás.

Cuando se cuenta con tiempos, permisos, tareas ya cumplidas… este espacio que se arma, es sin definir, sin llenar, y sin vaciar

Anoche el dialogo con él… fue extenso, el tono intimista comienza a aflorar, toques, preguntas, decires invitan a un  contacto…

Al ser tan nueva… al ser yo misma… me tengo que preguntar que quiero. Me indago sinceramente acerca de las semillas que estoy plantando, en el terreno fértil –muy fértil- de mi vida.

Hoy amasé pan… un buen rato.

Mis manos, dolidas, con pinchazos ya conocidos, me permitían sin llegar a una presión extrema, sentir la masa… amasé y amasé un tiempo largo. Entibie el bollo de pan hasta una calidez justa… que estaba amasando? Que fundía en harina?

Tomé las semillas tostadas, fogueadas tiempo atrás… y las introduje en el centro de la masa, resulto un pan semillado.

Suave, insulso y  fertilizado… no se  de manera consciente, que plantas saldrán de las semillas espirituales que voy depositando aquí y mas allá.

viernes, 24 de octubre de 2014

Tiempo y ser


Sola

Pensar

Cerrar los ojos… y ya

Descansar… he hecho tanto

Hoy, ayer tantos años haciendo y creyendo que no…

Siempre haciendo para otros, siempre con objetivos que nada tenían que ver conmigo…

Ya, listo

No pienso moverme si no es necesario

Solo estar

Solo ser

Distancias reales y afectivas.

Torsito afeminado-1995
 
Distancia visual en relación con las distancias subjetivas.
 
Cuando trabajamos algo desde cerca, se reduce el campo visual a solo aquello que prestamos atención, lo demás pasa a un plano de no existencia, ya que no lo percibimos… y al no hacerlo, no existe.
En cambio cuando tomamos una prolongación del pincel, por ejemplo, y pintamos desde lejos, perdemos en comodidad de percepción y de ejecución. Lo cual se compensa con un aumento de la fuerza para lograr un control sobre el objetivo.
Si hacemos un paralelo con nuestro actuar, nuestro vincularnos con los otros, se me ocurre que si estamos encima del otro, lo miramos con una lupa, lo abrazamos cerquita, bien cerquita, perdemos la percepción de lo demás…
... por lo tanto las relaciones sostenidas en aquellas percepciones más amplias, dejan de estar alimentadas, pasando a no ser.
Aunque en sí no sepamos qué pasa con el resto de la realidad, al no fijarla con la conciencia, no existe… siguiendo las leyes quánticas.
 Solo una conciencia fija la realidad en una sola opción, entre infinitas posibilidades.
Ahora si desde una distancia amplia afectivamente hablando, queremos dirigir a otra persona… tal como si pintáramos en el suelo, nosotros parados… con un pincel atado a un palo de escoba… el esfuerzo para hacer curvas, para que la materia se imprima en el papel… es importante.
Trasladando esto,  haciendo una analogía con las relaciones interpersonales, aquellos que se esfuerzan, que insisten en algún tipo de objetivos en la vida real… y eso demanda grandes cantidades de energía vital… entiendo que en realidad, están apartados de lo que está pasando en los hechos.
La interioridad de éste supuesto personaje, está por allá lejos de éste accionar.
Si no, se contaría con la distancia optima para poder interrelacionar en lo cotidiano.
Mi esbozo de conclusión sería: a mayor distancia afectiva, mayor esfuerzo muscular, digamos, físico… atención entonces al cansancio, a la pregunta que nos surge internamente ¿Por qué estoy tan agotado? .
 En qué pongo mi energía?, mi esfuerzo … observad la repuesta…
Siempre va a ser mejor escucharse…  que seguir luchando en contra de nosotros mismos.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Moño filosófico

El Dios de Spinoza


Hoy después de un tiempo, me fui a la facultad de filosofía y letras, a votar.

Casi año y medio sin ir, sin viajar durante un tiempo prolongado atravesando casi toda la capital, para llegar a éste lugar, especial para mí.

Mientras me acercaba, revivía anteriores viajes, allá en el tiempo, donde yo estaba desmembrada, recién separada,  buscando mis trozos.

Lo último que hice fue cursar Metafísica, hasta fines de abril,  después emprendí la empresa más loca y genial… me mudé.

Había dejado la carrera de filosofía allá por en 2003, sintiéndome profundamente fracasada, no era para mí, nunca había entendido nada… luego de cursar casi diez años. Embarazada, y confundida… me dediqué de lleno a criar a mis princesas…  era para lo único que servía.

Yo no sé si era muy ingenua, la cuestión que me creí eso de que solo tenía que dedicarme a la crianza, a la casa, al compañero.

Tampoco conté con voces formadoras en relación a la vida… por eso elegí filosofía para estudiar. Por ahí aprendía algo de las cosas importantes…

Lejos estaba de reflexionar acerca de las cuestiones fundamentales que me repetían una y otra vez dentro de la facultad. Solo me quedó durante diez años… eso de animarme a seguir pensando… la pregunta y tratar de pensar repuestas que la satisfagan.

Afuera, digamos, en las relaciones que se pueden establecer con una familia… pensar seria como casi intimista. Para todos, yo decía cosas raras, pensaba como una loca… y no tenía una razón normal.

Estaba en un ámbito, donde el pensar era solo para poder extorsionar al otro, no para conectarse con el ser en sí.

Algo que descubrí con los años, es que hablar del ser en sí… no es fácil, ni entendible. Diez años estuve escuchando profesores y profesoras, hablar y decir acerca del ser en sí, la historia de la filosofía parece haberse dedicado a eso durante siglos…

Pero cuando yo salía de la facultad no me estaba permitido hablar acerca del infinito de Spinoza, ni de Nicolás  De Cusa, ni del imperativo kantiano. Cosas raras!, no se entendía, no se recepcionaban mis palabras.

Bueno esta cuestión de hablar me fue revelada el año pasado, cuando estoy nuevamente allí, más integra, más madura, que en otros tiempos… y escucho la clase del profesor de Metafísica, diciendo palabras que dentro de mí estaban sepultadas por inapropiadas, torpes inadecuadas…

Daniel Brawuer hablaba de la negación, del carácter ontológico de la negación… nos preguntaba que pensábamos, había compañeros que respondían… yo perturbada por el permiso, por el cambio, por la felicidad de sentirme otra vez entre ellos… y en mi interior se me repetían las palabras “estoy como caracol en su salsa”.

Placer escuchar al profesor, placer de pensar si la partícula “NO” tiene existencia o no… rarísimo! Tan genial es la vida… que el profesor tenía un aspecto exactamente igual que hace diez años atrás. Lo cual me confundía, me ubicaba, me comparaba y me aclaraba cual había sido el nivel de negación que había vivenciado.

Ahora si aplicaba ésta reflexión a mi experiencia, realmente que carácter ontológico tenían las negaciones que me propiciaban en mi hogar?

La filosofía, mi gran amada, me fue como el agua y el aceite…en la vida.

Me hubiera servido, si hubiera podido tener el valor suficiente de soportar seguir el camino de la carencia… no creyéndomela… la carencia, la necesidad no existen en sí. Al igual que la partícula “No”, no tienen existencia… solo existe la carencia en la medida en que no se la pueda pensar…

Pensando, entonces, como me era prohibido pensar… me creí esto de que necesitaba seguir en el rol aquel,  mujer sumisa, mujer geisha… solo para no poder salir… control?