sábado, 8 de noviembre de 2014

Poner en juego las certezas


Bueno de vuelta acá o de ida hacia allá…

No tengo una sola certeza en donde estoy ahora.

No recuerdo si tendría que tener alguna, a esta altura de los acontecimientos.

La cuestión es que acá estoy sin libreto.
Ya es hora, al parecer, de que estrene mi yo, me agarre de éste constructo,
 confíe en mí ser…
y camine

A mis manos llegó hoy, un libro de Oshos, que habla maravillas de la meditación.  Bueno me dije, por ahí me ayuda en este día tan extraña-do desde mí…

No sé qué me pasa.

Tengo, por lo tanto, algunas pistas que me alarman.
 Me atacan pensamientos de cómo tendría que arreglar…
            arreglar…

Que verbo de porquería, siempre perseguí esto de arreglar mis defectos, mis errores, mis problemas.

Ahora... aquello en lo que me equivoco, ya no sé si es susceptible de ser arreglado… y además ya no importa que las cosas se trasformen,
 que se note que hice algo,
que no quede bien parada,
que haga y actúe de acuerdo a una idea infantil,
errónea, espuria, insulsa,
                                            poco honesta…

Todas mis ideas anteriores ya no me sirven, las tengo que actualizar,
acomodar, poner en el ruedo y permitirme ver… esperar, aceptar hasta  mi propia interioridad…
aquella que me empuja a poner mi cara, mis palabras, mis dibujos… mis bocados.

Sigo entonces… pongo al descubierto mi decisión de no estar con él.

Resultó, que necesito sentirme convencida de que esto es malo, estar con él me es nocivo, es mejor estar sola, no sentir este problema, esta manera de “y ahora que encontré, como le hago?”

La primera sensación que experimenté fue, entonces, la de negar, no!
No quiero esto, no es para mí, no estoy a la altura… él no está a la altura…
 todo una cuestión de “alturas” visuales…
desde donde me paro a mirar?.
Descubrí así que miraba desde lo "otro" en mí...

El problema ya me es claro, encontré un hombre,
tal como quería,
sensible, tierno, dulce, que me sonríe,
 que es pintor,
que me ve como una persona fuerte, podía seguir… claro.

 Podría ser mejor, pero a quien le importa!!!!

Cuando busqué perfección, encontré locura… ya me quemé con esa leche…

 la perfección, entiendo que es más patológica que normal.

 Mi cuerpo se la ingenió para que esto me llegara como un mensaje claro.

No tenía idea de que era mi malestar.

Me sentía ahogada,
me puse a dibujar, lo invito a retratarme, él accede… lo hace.

Me dibuja, lo veo en mi rostro, se confirma una y otra vez que todo lo que uno dibuja, pinta o expresa es uno mismo… sonrío, me cierro… me duelo, me pego internamente. Y ahora qué?

La música no me ayudaba, una y otra vez me convocaba hacia otros caminos,  otros sentires, anteriores al actual… no me tengo que ilusionar con él.

 Seguro es un depredador, un chupa sangre, un dolor de alma…
otro más…

Y podría anotar muchas ideas tremendistas,
amorfas y viejas,
puestas en los labios de mi mamá,
en el temor de mi papá
y en el rugido más terrorífico interno.

Mis oscuridades, mis culpas, mis ribetes teatrales se burlaban,
me saineteaban,
me aturdían… lo alejaban.

Él, consecuente como siempre, me pedía algún tipo de comunicación…
signos de interrogación ante mis dobleces, mis esquives…

Confusa, inocua, paralizada…
leo este libro de Oshos, y la respuesta que encuentro es calmar todo y centrarme.

Hago una meditación, donde suelto todo y me quedo en paz conmigo misma…
nada me decía mi ser… parecía ir por lugares que poco tenían que ver con la situación.

Pensé, medité, me masajeé las manos… tomé café, dibujé..

A caminar…

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