miércoles, 24 de septiembre de 2014

Presente y pasado: adolescente


 
Lo tengo, ya lo tengo.

Un poco de paz… merecida realmente.

Pasé unos días, meses muy duros, en un sentido emocional. Ser así, como soy les aseguro que además de divertido, tiene sus vericuetos oscuros.

Pasé meses luchando conmigo misma, dibujando caras como muy de cerca, pensando hasta por los codos… y no se hablando también y quizá escribiendo de más.

Aquí estoy, en una meseta tranquila de nuevo. Otra vez ya no busco nada, ya está lo tengo!.

No es que afuera en la vida tenga todo, lo que más me importa es no tener la sensación de que me falta… plata, hombre, amor, compañía, ser, desarrollarme, aprender… nada me falta, todo lo tengo … ahhhh listo!

No es que solo lo piense, que me la paso pensando, no!, lo siento en mi pecho, lo tengo lo tengo dentro mío!.

Para sentir esto que  estoy trasmitiendo, además de sufrir mucho, tomé unas flores de California.. No les voy a contar exactamente cuales, me son incomprensibles!, solo comentar que fueron otorgadas para sanar mi capullo energético, digamos, recordando a Carlos Castañeda, en aquél pasado.

Hace unos días iba con mi adolescente caminando, le trasmito esta idea de sanación del capullo energético, luego de unos segundo de silencio tenso, mi hija me pregunto de que corno estaba hablando! No podía creer como puede ocurrir algo semejante, yo una lectora de Castaneda, una practicante del mundo onírico,  una pintora de los aliados… me cuesta poner en palabras tantas cosas que nunca hice conciencia. Mi hermosa hija no sabía de que hablaba!!! Como buena cuestionadora de todo, ella me negaba la presencia del capullo, entonces  se me ocurrió, como buena docente de arte… pasar al cuerpo, hacer una comprobación física y científica del aurea.

Le coloco a mi princesa la mano cerca de la cara, le pregunto sentís el calor?, sabes que el calor es energía, la energía es lo que nos rodea, ese es el capullo, el aurea… y lo más gratificante del episodio, fue que asintió, entendió que no somos solo un cuerpo, si no que irradiamos energía.

Luego hablamos del problema de cuando se tiene el capullo dañado,  recordé  a Carlos Castaneda, cuando afirmaba que los hijos nos hacen agujeros en el capullo, igual esto es arena de otro costal. Cuando lo leí allá por el 1990… no tenía hijos, era yo una adolescente.

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