jueves, 26 de febrero de 2015

El enojo y el SER... desde el arte

Relacionemos  el enojarse con lo que lo produce,  afuera, en el entorno donde habitamos y dentro de cada uno de nosotros.

Afuera el enojo mío, o de cualquiera, parece estar plenamente justificado, me tiran una piedra, me insultan, me hacen cosas… los otros, por las cuales yo me enojo, yo reacciono a lo que otros me producen.

 Ahora fijémonos, como dice Antonio Blay en sus audiolibros, yo respondo “automáticamente” a lo agresivo que viene de afuera. Mi respuesta es totalmente automática y esperable, no media allí nada que tenga que ver con mi persona, podríamos pensar hasta que es la parte más cercana a los animales la que se expresa en este caso, ya que es automática.

Observemos bien esto que se produce internamente, cuando enojamos… toda nuestra mente se encuentra tomada, pensamos y reaccionamos sin voluntad casi, actuamos o bien  apartando lo que agrede, o notando que es inofensivo.

Además   se modifica internamente el humor, las decisiones, la afectividad. Uno no puede amar aquello que te insulta, o te agrede.

Entonces afuera nos pueden pasar cosas que nos disgusten, que estemos o no de acuerdo, y adentro podemos desilusionarnos, también disgustarnos, decepcionarnos con algo, y al sentir ese sinsabor emocional… enojarnos aun más... todo dependerá de que vía adoptamos ya desde nuestra familia.

Habrá personas que se endurecen más ante la agresión, habrá otras que se debiliten…
 Con las consecuentes consecuencias (valga la redundancia) en nuestros actos.

Ahora podemos tomar este aspecto interno, mental-emocional si se quiere del enojo, la emoción que parece estar en la base del enfado es la frustración… y la certeza de no “poder” con esta emoción. De alguna manera tener el problema de no estar a nuestro alcance postergar este sentimiento, y estar simultaneamente  obligados a pasarlo.

Esta sensación de “no con esto” y “estar” en ese momento con eso, o sea un “si”, constituye una fragante contradicción para nuestra personalidad. Hay que pasar por una experiencia que tenemos el impulso interno de no pasar. Es como una contradicción esencial a nuestra persona. Ahora cómo podemos atravesar esta experiencia de intolerancia a una circunstancia… ya viendo que es interna y  externa?

Cuando somos niños, despotricamos en contra, lloramos, pegamos, cerramos los ojos… pero a veces no podemos decirnos “bueno” a ver si espero un poco… si me interpongo una espera, como se dice por allí, si suspendo mi impulso, en vez de avivarlo con imágenes, con música… con mi dialogo interno.

Vemos que ante nuestras emociones tomamos, conscientes o no, decisiones. A saber: las suspendemos un poco, nos serenamos o las avivamos con toda la artillería interior (memorias, imágenes conceptos…)

Como docente de arte, he percibido un montón de estas experiencias, de no poder soportar la situación,  ahondando en ello, encontré que este momento se expresa como un sentir tironeado, se dice “estoy cruzado” me siento que voy para allá y que tengo que ir para otro lado….

En la expresión plástica  se puede observar, entonces, como direcciones encontradas o dispares, o cruces directamente, si no… pensemos en nuestra historia como Occidentales… ¡no fue crucificado Cristo, por la falta de dominio moral de los humanos?

Retomemos. Que es la frustración?
Que pasa que no puedo tolerar frustrarme? Porque no puedo estar como si nada cuando solo me “insultan” por ejemplo?.  Si bien habría que comenzar a hablar de la conformación del yo, del yo ideal… de los mensajes paternos… igual solo quiero pensar las vivencias desde un lenguaje más artístico.

 Hay algo fundamental en este relato, que al sentir todo esto, mi yo toma una postura, se paso a estar en un lugar muy preciso internamente hablando, que genera acciones, pensamientos, descargas físicas, imágenes mentales… todo lo que nos pasa y el lugar que adoptamos forma un solo paquete, digámonos, una altura visual diríamos desde el arte.

 Esta postura habla de cómo nos relacionamos con nuestro ser, como nos imponemos o no, como nos tratamos íntimamente. Claro está que se ve claramente en cualquier expresión plástica… esta relación que cada uno tiene consigo mismo.

 Es que la situación nos revela, nos pone cara a cara con la distancia, o altura, que lugar-distancia subjetiva bah!, adoptamos. Si pudiéramos solo “sentir” el lugar que adoptamos, poderlo identificar y quedarnos ahí lo suficiente como para podernos serenar… y no relacionarnos con este lugar  de manera automática, reactiva, ya todo se trasforma. Y  por supuesto… seriamos personas maduras y libres.

En cualquier expresión, plástica o de otra índole, la posición que tomamos frente a cualquier acontecimiento  revela nuestro ser.

Este lugar donde hacemos un párate, resulta ser muy importante ya que es  como internamente nos ubicamos con nosotros mismos… y cómo nos adueñamos o no de nuestro actuar. Aquí es donde se puede trasformar nuestras percepciones desde el hacer artístico.

Sabemos que podemos pintar en una tela, un soporte… en un espacio recortado llamado bastidor.

La categoría kantiana: “espacio”, no es absoluta en absoluto, como estableció este filosofo allá en el tiempo, el “espacio” cuando es interno, es subjetivo y está traduciendo como nos sentimos en relación a nuestra propia alma.

Quiero hacer énfasis en la cualidad que agregamos a la postura que adoptamos. Sigue siendo un anteojo con el que filtramos la realidad, la ordenamos, la significamos y la ubicamos en distancias en relación con nosotros mismos.

Pensemos ahora al enojo en sí mismo:

Ahora podemos ver que cualquier enojo cuenta con algo que es estructural de nuestra subjetividad, que es como una cavidad con la que todos contamos, una forma,  un hilo o fierro que delimita un contenido.

Quizá luego veremos esto de la forma, ahora pasemos a los elementos que esta forma delimita, si pensamos en esto que lo primero que se establece en un territorio: el límite. Esa es la “forma”, un contorno que contornea elementos.

Si analizamos que elementos existen en una discusión por ejemplo, en una experiencia que presenciamos, vemos que hay tres elementos, uno es mi emoción, mis pensamientos y el exterior, según cómo hacemos figurar estos elementos podemos ser efectivas o no en la discusión por ejemplo.

 Yo entiendo, así como obligándome a pensar en los momentos del enojo, el pensamiento presenta situaciones que realizan descargas importantes de elementos químicos que aceleran, muchas cosas aceleran, mandan energía y sangre a las extremidades para salir corriendo o atacar… por eso a la vez el corazón se acelera y no se piensa con claridad. Esto lo explica muy bien Daniel Goleman.

Pensemos esto de que los conceptos, las imágenes-ideas… desencadenan descargas físicas… que a su vez “generan” un estado emocional de importante trastorno de la  “percepción” de realidad.

Ya con solo imaginar cómo se nos nublan los ojos, como se frunce el seño, para ver solo un objetivo delante nuestro… todo queda modificado físicamente… y entro en un desencadenamiento emocional de endorfinas, y demás químicos naturales, que poco le dejan a lo que pasa afuera realmente… que hasta podría tratarse de una equivocación…

Si hablamos de estos elementos contenidos en una forma “enojo”, entonces la estructura del enojo, además de lo que sentimos: pensamientos y descargas físicas, existe el afuera o mundo. Pero también hay algo que es fundamental, que es el puente entre lo que pasa adentro de nosotros y lo que existe afuera: la percepción de la “agresión” base del actuar.

Entonces, si contamos con una percepción “alterada”, por químicos que reaccionan, que a su vez generan descargas físicas y mentales… comenzamos a ver con que pegar… por ejemplo, por donde correr… es complejo el enojo!!!!

 En qué sentido es complejo?

 Por un lado en nuestra interioridad hay elementos… a saber pensamientos (ideas e imágenes), también sentimientos (auto percepciones de dolor, ira, cariño), deseos… ganas… intensión. Además contamos que el percibir el entorno también genera pensamientos, emociones, descargas químicas… imágenes e ideas.

El enojo es complejo porque es una puerta que abre hacia ambos lados. Uno es el interno… otro es el externo como modifica el interno.

Llegamos entonces a la acción…

La acción es el resultado de un proceso  también complejo, que tiene aspectos ideales, del pensamiento, emocionales, perceptibles e históricos… ya que además de sentir cosas dentro, relacionamos esto con nuestras experiencias pasadas, a través de la memoria.

 Lo que hagamos afuera en “acciones” en el mundo, tiene como fundamento nuestro pensar, está avivado por nuestros deseos y calentado o enfriado por el sentimiento o sentir emocional interior. Nuestra acción está empapada de lo que somos y sentimos en ese preciso instante en que golpeamos un puño o nos echamos a llorar a los gritos.

Ahora que será mejor? Llorar reír pegar o huir… Siguiendo a Fondcuberta, Jung y Chopra tendríamos que actuar percibiendo nuestro interior claramente y en concordancia con el exterior, siempre adecuado a las circunstancias.. Siendo profundamente cordial, aunque no se esté de acuerdo.

Lo que parece ser una solución adulta y respetuosa del otro, es tener en cuenta el afuera y el adentro, actuar “deliberadamente”. O sea sopesando todos los elementos, pero todos!. Cosa que requiere, entiendo, de un autoconocimiento importante, atento y valorativo del mundo interno… y no al revés… como pregona nuestra educación.


Si claro… se cae de maduro esta conclusión, lo interesante es que además de las autoridades que nombre aquí arriba, ya Aristóteles lo enunciaba como el Hombre Prudente: aquél que conociendo los extremos  bueno-malo, interno-externo, elige el punto medio, ecuánimemente.

 Esto a mi me ha llevado años… por suerte no siglos, pensar en que si yo no valoro mi interior es imposible que  valore lo exterior. Además me ha generado un rumbo claro como docente de arte.

 Allí donde la persona se menosprecia, o simplemente se ignora, aparece la energía atrapada… las tensiones se manifiestan en la expresión plástica… solo se expresa una faceta afuera… la otra tensiona desde el desconocimiento, desde el inconsciente.

Ahora, podemos explicar claramente esto, el enojo, la ira, el enfado… muestran de una manera clara el desconocimiento en relación a la interioridad… y también hacia los elementos de la misma, los sentimientos, las reacciones físicas, las imágenes, los cambios bruscos de humor.


Todos estos elementos tensionan a la persona, le tironean energéticamente… lo interesante es que a la hora de expresar… aparecen ya sea desde la elección de colores intensos, ángulos que organizan las tensiones, rectas negras que dividen el espacio, trazos endurecidos, colores oscuros… temas que producen escozor. Todo no hace otra cosa que señalar  el extremo oculto de la tensión. Ahora si no está claro que es lo que tensiona, es que forma parte de la sombra, tironea desde el inconsciente.


Cual sería entonces el rumbo que deberíamos tomar, como personas adultas, maduras,  adecuadas a las circunstancias… mostrar el extremo que tensiona desde la sombra… e integrarlo consciente-mente.

Aquí es donde podemos realmente integrar los elementos de las emociones… de aquellas denominadas “bajas” por los estudiosos orientales, el enojo, la ira, enfado, violencia verbal  y psicológica.

Hay muchos estudiosos del hombre,  que toman a las emociones como verdaderos vehículos para madurar, como seres humanos que viven juntos en sociedad.

 Es más Eric Corbera aclara que las emociones son dones que la Divinidad nos otorga para ser divinos. También Chopra dice que la emoción es el sentido de Dios en nosotros.

Siempre y cuando, no seamos arrastradas por ellas, si no… que las tengamos en cuenta para decidir qué rumbo seguir.

Ahora fijémonos que existe toda una tradición cultural que nos ha obligado a solamente reprimir… lo que sentíamos.
Desconozco porque vías hemos llegado a tener tan automatizado este hacer sobre nuestra emocionalidad.
También no podemos dejar librado todas las decisiones a la emocionalidad vibrante sin sopesar… tanto el pensamiento, los recuerdos y a los otros  ya sea cercanos o no.  

Muchos aspectos a tener en consideración... 

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