Relacionemos el enojarse con lo que lo produce, afuera, en el entorno donde habitamos y
dentro de cada uno de nosotros.
Afuera el enojo mío, o de cualquiera,
parece estar plenamente justificado, me tiran una piedra, me insultan, me hacen
cosas… los otros, por las cuales yo me enojo, yo reacciono a lo que otros me
producen.
Ahora fijémonos, como dice Antonio Blay en sus
audiolibros, yo respondo “automáticamente” a lo agresivo que viene de afuera.
Mi respuesta es totalmente automática y esperable, no media allí nada que tenga
que ver con mi persona, podríamos pensar hasta que es la parte más cercana a
los animales la que se expresa en este caso, ya que es automática.
Observemos bien esto que se produce
internamente, cuando enojamos… toda nuestra mente se encuentra tomada, pensamos
y reaccionamos sin voluntad casi, actuamos o bien apartando lo que agrede, o notando que es
inofensivo.
Además se modifica internamente el humor, las
decisiones, la afectividad. Uno no puede amar aquello que te insulta, o te
agrede.
Entonces afuera nos pueden pasar
cosas que nos disgusten, que estemos o no de acuerdo, y adentro podemos
desilusionarnos, también disgustarnos, decepcionarnos con algo, y al sentir ese
sinsabor emocional… enojarnos aun más... todo dependerá de que vía adoptamos ya
desde nuestra familia.
Habrá personas que se endurecen más
ante la agresión, habrá otras que se debiliten…
Con las consecuentes consecuencias (valga la
redundancia) en nuestros actos.
Ahora podemos tomar este aspecto
interno, mental-emocional si se quiere del enojo, la emoción que parece estar
en la base del enfado es la frustración… y la certeza de no “poder” con esta
emoción. De alguna manera tener el problema de no estar a nuestro alcance
postergar este sentimiento, y estar simultaneamente obligados a pasarlo.
Esta sensación de “no con esto” y
“estar” en ese momento con eso, o sea un “si”, constituye una fragante
contradicción para nuestra personalidad. Hay que pasar por una experiencia que
tenemos el impulso interno de no pasar. Es como una contradicción esencial a
nuestra persona. Ahora cómo podemos atravesar esta experiencia de intolerancia
a una circunstancia… ya viendo que es interna y
externa?
Cuando somos niños, despotricamos en
contra, lloramos, pegamos, cerramos los ojos… pero a veces no podemos decirnos
“bueno” a ver si espero un poco… si me interpongo una espera, como se dice por
allí, si suspendo mi impulso, en vez de avivarlo con imágenes, con música… con
mi dialogo interno.
Vemos que ante nuestras emociones
tomamos, conscientes o no, decisiones. A saber: las suspendemos un poco, nos
serenamos o las avivamos con toda la artillería interior (memorias, imágenes
conceptos…)
Como docente de arte, he percibido un
montón de estas experiencias, de no poder soportar la situación, ahondando en ello, encontré que este momento
se expresa como un sentir tironeado, se dice “estoy cruzado” me siento que voy
para allá y que tengo que ir para otro lado….
En la expresión plástica se puede observar, entonces, como direcciones
encontradas o dispares, o cruces directamente, si no… pensemos en nuestra
historia como Occidentales… ¡no fue crucificado Cristo, por la falta de dominio
moral de los humanos?
Retomemos. Que es la frustración?
Que pasa que no puedo tolerar
frustrarme? Porque no puedo estar como si nada cuando solo me “insultan” por
ejemplo?. Si bien habría que comenzar a
hablar de la conformación del yo, del yo ideal… de los mensajes paternos… igual
solo quiero pensar las vivencias desde un lenguaje más artístico.
Hay algo fundamental en este relato, que al
sentir todo esto, mi yo toma una postura, se paso a estar en un lugar muy
preciso internamente hablando, que genera acciones, pensamientos, descargas
físicas, imágenes mentales… todo lo que nos pasa y el lugar que adoptamos forma
un solo paquete, digámonos, una altura visual diríamos desde el arte.
Esta postura habla de cómo nos relacionamos
con nuestro ser, como nos imponemos o no, como nos tratamos íntimamente. Claro
está que se ve claramente en cualquier expresión plástica… esta relación que
cada uno tiene consigo mismo.
Es que la situación nos revela, nos pone cara
a cara con la distancia, o altura, que lugar-distancia subjetiva bah!,
adoptamos. Si pudiéramos solo “sentir” el lugar que adoptamos, poderlo
identificar y quedarnos ahí lo suficiente como para podernos serenar… y no
relacionarnos con este lugar de manera
automática, reactiva, ya todo se trasforma. Y
por supuesto… seriamos personas maduras y libres.
En cualquier expresión, plástica o de
otra índole, la posición que tomamos frente a cualquier acontecimiento revela nuestro ser.
Este lugar donde hacemos un párate,
resulta ser muy importante ya que es
como internamente nos ubicamos con nosotros mismos… y cómo nos adueñamos
o no de nuestro actuar. Aquí es donde se puede trasformar nuestras percepciones
desde el hacer artístico.
Sabemos que podemos pintar en una
tela, un soporte… en un espacio recortado llamado bastidor.
La categoría kantiana: “espacio”, no
es absoluta en absoluto, como estableció este filosofo allá en el tiempo, el
“espacio” cuando es interno, es subjetivo y está traduciendo como nos sentimos
en relación a nuestra propia alma.
Quiero hacer énfasis en la cualidad
que agregamos a la postura que adoptamos. Sigue siendo un anteojo con el que
filtramos la realidad, la ordenamos, la significamos y la ubicamos en
distancias en relación con nosotros mismos.
Pensemos ahora al enojo en sí mismo:
Ahora podemos ver que cualquier enojo
cuenta con algo que es estructural de nuestra subjetividad, que es como una
cavidad con la que todos contamos, una forma, un hilo o fierro que delimita un contenido.
Quizá luego veremos esto de la forma,
ahora pasemos a los elementos que esta forma delimita, si pensamos en esto que
lo primero que se establece en un territorio: el límite. Esa es la “forma”, un
contorno que contornea elementos.
Si analizamos que elementos existen
en una discusión por ejemplo, en una experiencia que presenciamos, vemos que
hay tres elementos, uno es mi emoción, mis pensamientos y el exterior, según
cómo hacemos figurar estos elementos podemos ser efectivas o no en la discusión
por ejemplo.
Yo entiendo, así como obligándome a pensar en
los momentos del enojo, el pensamiento presenta situaciones que realizan
descargas importantes de elementos químicos que aceleran, muchas cosas
aceleran, mandan energía y sangre a las extremidades para salir corriendo o
atacar… por eso a la vez el corazón se acelera y no se piensa con claridad.
Esto lo explica muy bien Daniel Goleman.
Pensemos esto de que los conceptos,
las imágenes-ideas… desencadenan descargas físicas… que a su vez “generan” un
estado emocional de importante trastorno de la
“percepción” de realidad.
Ya con solo imaginar cómo se nos
nublan los ojos, como se frunce el seño, para ver solo un objetivo delante
nuestro… todo queda modificado físicamente… y entro en un desencadenamiento
emocional de endorfinas, y demás químicos naturales, que poco le dejan a lo que
pasa afuera realmente… que hasta podría tratarse de una equivocación…
Si hablamos de estos elementos
contenidos en una forma “enojo”, entonces la estructura del enojo, además de lo
que sentimos: pensamientos y descargas físicas, existe el afuera o mundo. Pero
también hay algo que es fundamental, que es el puente entre lo que pasa adentro
de nosotros y lo que existe afuera: la percepción de la “agresión” base
del actuar.
Entonces, si contamos con una percepción
“alterada”, por químicos que reaccionan, que a su vez generan descargas físicas
y mentales… comenzamos a ver con que pegar… por ejemplo, por donde correr… es
complejo el enojo!!!!
En qué sentido es complejo?
Por un lado en nuestra interioridad hay
elementos… a saber pensamientos (ideas e imágenes), también sentimientos (auto
percepciones de dolor, ira, cariño), deseos… ganas… intensión. Además contamos
que el percibir el entorno también genera pensamientos, emociones, descargas
químicas… imágenes e ideas.
El enojo es complejo porque es una
puerta que abre hacia ambos lados. Uno es el interno… otro es el externo como
modifica el interno.
Llegamos entonces a la acción…
La acción es el resultado de un
proceso también complejo, que tiene
aspectos ideales, del pensamiento, emocionales, perceptibles e históricos… ya
que además de sentir cosas dentro, relacionamos esto con nuestras experiencias
pasadas, a través de la memoria.
Lo que hagamos afuera en “acciones” en el
mundo, tiene como fundamento nuestro pensar, está avivado por nuestros deseos y
calentado o enfriado por el sentimiento o sentir emocional interior. Nuestra
acción está empapada de lo que somos y sentimos en ese preciso instante en que
golpeamos un puño o nos echamos a llorar a los gritos.
Ahora que será mejor? Llorar reír pegar
o huir… Siguiendo a Fondcuberta, Jung y Chopra tendríamos que actuar
percibiendo nuestro interior claramente y en concordancia con el exterior,
siempre adecuado a las circunstancias.. Siendo profundamente cordial, aunque no
se esté de acuerdo.
Lo que parece ser una solución adulta
y respetuosa del otro, es tener en cuenta el afuera y el adentro, actuar
“deliberadamente”. O sea sopesando todos los elementos, pero todos!. Cosa que
requiere, entiendo, de un autoconocimiento importante, atento y valorativo del
mundo interno… y no al revés… como pregona nuestra educación.
Si claro… se cae de maduro esta
conclusión, lo interesante es que además de las autoridades que nombre aquí
arriba, ya Aristóteles lo enunciaba como el Hombre Prudente: aquél que conociendo
los extremos bueno-malo,
interno-externo, elige el punto medio, ecuánimemente.
Esto a mi me ha llevado años… por suerte no
siglos, pensar en que si yo no valoro mi interior es imposible que valore lo exterior. Además me ha generado un
rumbo claro como docente de arte.
Allí donde la persona se menosprecia, o
simplemente se ignora, aparece la energía atrapada… las tensiones se
manifiestan en la expresión plástica… solo se expresa una faceta afuera… la
otra tensiona desde el desconocimiento, desde el inconsciente.
Ahora, podemos explicar claramente
esto, el enojo, la ira, el enfado… muestran de una manera clara el
desconocimiento en relación a la interioridad… y también hacia los elementos de
la misma, los sentimientos, las reacciones físicas, las imágenes, los cambios
bruscos de humor.
Todos estos elementos tensionan a la
persona, le tironean energéticamente… lo interesante es que a la hora de
expresar… aparecen ya sea desde la elección de colores intensos, ángulos que
organizan las tensiones, rectas negras que dividen el espacio, trazos
endurecidos, colores oscuros… temas que producen escozor. Todo no hace otra
cosa que señalar el extremo oculto de la
tensión. Ahora si no está claro que es lo que tensiona, es que forma parte de
la sombra, tironea desde el inconsciente.
Cual sería entonces el rumbo que
deberíamos tomar, como personas adultas, maduras, adecuadas a las circunstancias… mostrar el
extremo que tensiona desde la sombra… e integrarlo consciente-mente.
Aquí es donde podemos realmente
integrar los elementos de las emociones… de aquellas denominadas “bajas” por
los estudiosos orientales, el enojo, la ira, enfado, violencia verbal y psicológica.
Hay muchos estudiosos del
hombre, que toman a las emociones como
verdaderos vehículos para madurar, como seres humanos que viven juntos en
sociedad.
Es más Eric Corbera aclara que las emociones son dones que la
Divinidad nos otorga para ser divinos. También Chopra dice que la emoción es el
sentido de Dios en nosotros.
Siempre y cuando, no seamos
arrastradas por ellas, si no… que las tengamos en cuenta para decidir qué rumbo
seguir.
Ahora fijémonos que existe toda una
tradición cultural que nos ha obligado a solamente reprimir… lo que sentíamos.
Desconozco porque vías hemos llegado a tener tan automatizado este hacer sobre
nuestra emocionalidad.
También no podemos dejar librado
todas las decisiones a la emocionalidad vibrante sin sopesar… tanto el
pensamiento, los recuerdos y a los otros
ya sea cercanos o no.
Muchos aspectos a tener en consideración...