Son años los que pasaron, hoy busco como ayer escribir, pero
ahora no para decirme que soy rara, ni que mis pensamientos son confusos e
infantiles. Hoy ya no puedo pensar y sentirme así: en falta.
Al parecer el camino de la vida es muy rico, la imagen que
tenía desde hace mucho tiempo, era una ciénaga que no dejaba de tragarme, de
ahí esta escritura tan rígida, tan triste, tan menoscabante – si es que existe
el termino-.
Lo que digo aquí arriba es muy ilustrativo de lo perdida que me experimentaba, y esto lo digo sin ánimo de crítica, solo quiero ser objetiva y descriptiva.
Mi intención ahora es quizá alumbrar el camino de alguna otra
mujer que haya pasado por mi experiencia. Puede ser que al no escucharme una de
mis hijas, y ya explicare el porqué, intente expandir mis enseñanzas de vida
más allá, a otras “hijas” artificiales y postizas que quizá colmen-calmen mi
dolor, un dolor suave pequeño pero incisivo dentro del pecho.
He tenido dolores muchos más fuertes incluso, pero este me agarra en un momento donde la claridad me hace tenerlo presente y hacer todo para solucionarlo.
Pero relato un poco desde donde vengo:
Viví quizá 18 años sin sentir la mayoría de mis
incomodidades, pasándolas al terreno de “mis locuras”, y esto me adiestró…
¡claro! como a un perro, a solo obedecer, a decir “si” cuando veía locuras e
insensateces por doquier. Además, mi naturaleza rebelde se desgarraba y con
ella se iba la cordura interna, las reflexiones filosóficas, mis deseos simples
de bienestar y mi integridad como persona.
Dentro de todo fue positivo –aunque tengo mis dudas- puesto que de no haberlo hecho de esta manera quizá estaría ahora debajo de una zanja por San Martín, o quizá Palermo.
La cuestión es que opté por ser una mujer
buena, decir si a todo y comportarme como se esperaba que lo hiciera.
La experiencia fue de los más variopinta. Nunca un momento de paz, de descanso. Nunca sabía que iba a pasar en la hora siguiente, ni en mis partos estuve segura, siempre pasaba algo, operaciones, viajes, alarmas de suegra con presión alta, caídas y fracturas de cadera… cambios, más alarmas, pesares, quiebras económicas, mudanzas imposibles, falta de tiempo, falta de cosas, falta de afecto, indiferencias infinitas.
El perfil del ex, o más bien
el psicópata, solo sabía cómo confundirme, por esto opté por pintarlo,
dibujarlo, hacer grabados de sus manos mientras dormía… porque siempre él
dormía mientras yo no podía bajar la guardia nunca.
Una sola vez me acosté a llorar… puesto que veía claramente
que él me expulsaba de mi casa por ser yo una olímpica basura… cosas que él me
fue haciendo sentir claramente pasito a pasito o simplemente con la impunidad
de los perversos.
Ese momento fue muy doloroso, claro, aun no entiendo como pude erguirme y ser yo la que le puse abogada para que se vaya, claro él era un psicópata de libro, y ahora después de 10 años de separada puedo decir –creo- las cosas como son.
Asesorándome con videos de Youtube hacía años que buscaba información acerca de los psicópatas, y si bien encontré mucha información, fue mi psicóloga que me aclaro que no haga nada, que solo siguiera con lo que siempre hacia.
Aunque me era imposible seguir como antes, la información y escucharlo
lo que me decía era francamente como bombas atómicas, con cambiar una bolsa de
lugar se enfureció tanto que me arrincono contra la heladera de forma muy impulsiva.
Ese hecho fue un quiebre para mí. Aunque no pude denunciarlo
por violencia, fui absolutamente sola a la comisaria de la mujer, mi mama no me
quiso acompañar… y ella estaba en la casa cuando me zamarreó tan fuerte.
En la comisaria la tarada de la mujer policía me asustó más, diciéndome que si lo denunciaba él no podía estar cerca de la casa y pobre! Era tan buen padre que no podía hacerle eso.
No se lo hice… aún estaba dentro de
esa orbita de obedecerle… pero se me ocurrió ir al hospital de Vicente López y dejar
constancia que me golpeó, el médico firmo atestiguando los moretones. Hasta
ahí llegue como mujer del psicópata.
Luego claro que me mande tantas pelotudeces que quizá no alcance nada para mejorarme, pero es lo que pude. una es la siguiente: llamé a su abogado y le conté la situación, me parecía un buen hombre, pero era el enemigo.
Me dijo que no lo
denunciara. De ahí en más se llevó las cosas y quiso sacarme mis hijas todo el
tiempo, aún hoy sigue con la misma tónica. A una de mis hijas no puedo
verla con la regularidad que me gustaría, sé que piensa que soy una madre de
mierda, tal como él le da a entender minuto a minuto.
Los psicópatas son muy fáciles de detectar, son
increíblemente seductores, te colman tus deseos más locos y simples, y de forma
sistemática te van minando la personalidad, dudando de todas tus palabras,
percepciones, sensaciones. Además, completan algunas de las situaciones con
indiferencia, apatía, malestar y así yo como mujer no sabía si él estaba bien o
mal, si estaba bien conmigo o si le era una molestia.
Igual con esta descripción no intento agotar las características, ni digo las más relevantes. Puesto que hay personas que saben del tema.
En mi caso, al estudiar psicología fui viendo que él reaccionaba como si
estuviera estresado todo el tiempo, sacaba un cuchillo del auto ante una mujer
que cruzaba la calle, me usaba mi nombre como se le ocurría y me confundía a
mí, no diciéndome bien el tipo de cuenta o lo que tenía que preguntar en el
banco, y cuando me mandaba a hacer frente lo hacía sin los datos correctos cosa
que no podía usar la plata del banco… además que me miraban como si fuera una
impostora por no saber nada.
Estas maneras tan raras de ser a mí me confundían, además
para los demás era tan generoso, tan buen tipo!. A los amigos les pagaba
deudas, alquileres, cenas, les prestaba plata cuando no teníamos (se suponía)
ni para comprar sillas.
El psicópata que yo experimente durante casi 2 décadas se la pasaba hablando por teléfono con todos sus amigos, y cuando vivía era a su madre que llamaba una vez por hora… así 15 años.
Yo sabía que eso no era
normal, y lo hable con un psicólogo al que fui durante 10 años, que al final no
se para que mierda iba, puesto que nunca me ayudo en nada en relación a una
persona narcisista y psicopática. Al contrario, se suponía que él me ayudaba a
que cuide la relación… este psicólogo se llamaba Guillermo Steffen, que quizá
para alguien habrá sido bueno, a mí nunca me avivo de este lio en la que estaba
enredada.
En cambio la que me ayudó mucho con mi hija mayor fue la mujer de Guillermo y su socia Beba, que fue espectacular!. Beba me aclaraba que él no me ayudaba, puesto que solo colaboraba con las cosas externas. Se refería así a esta distancia, esta indiferencia que me hacía sentir tan poca cosa a su lado.
Además, había algo tan degradante en su
actuar cotidiano, solo él sabía qué hacer con las nenas, solo él sabía cómo
educarlas, ayudarles, criarlas, ¡todo! Yo me sentía fatal la mayor parte del
tiempo, nunca sabía que podía hacer de comer, si comíamos antes o después de
las nenas, si le gustaba lo que hacía, y así miles de cosas que preferí
olvidar…
Hay que imaginar en qué circunstancias uno puede dar el ejemplo con sus hijos, y que queda como imagen femenina en mis dos hijas después de haberme sentido perdida durante tanto tiempo. Y no digo esto para justificarme, puesto que no he hecho otra cosa que ver cómo ser cada vez mejor mujer, madre y ser individual.
Solo sabe Dios lo que cuesta solo ser una misma
sin odiarse, sin criticarse… no hay que ir lejos, en todos los escritos está la
huella de una crítica feroz, los diálogos internos que sufrí durante años son
lapidarios y… ajenos. Esto era parte del síndrome post-traumático que experimente por tantos años. No era una falla en mi esencia.
Ahora después de introducirme al Curso de Milagros, un poco
pude ir manejando esos gritos internos hirientes. Ahora estoy bien, por esto
puedo escribir estas cosas que viví hace tiempo.
Lo raro es que veo que muchas mujeres pasaron por esto, no
conozco ninguna directamente, solo en los diálogos de los videos de YouTube.
Solo encontré 2 psicólogos en dicha plataforma que hablaban de estos psicópatas
integrados uno es Iñaky Piñuel y otro algún día lo encontraré.
Otra cosa rara es la cantidad de mujeres que al yo sugerir
esta historia de psicópatas integrados salen corriendo porque están en una
relación así, y deciden no enterarse para seguir sosteniendo esa seudo
relación. Es algo extraño eso de saber que está mal y a la vez no salir del quilombo.
Para mi es inaudito y si la pienso… es inmoral, algo de la psicología Junguiana
me dice que es inmoral con el ser propio.
El tema como se notará no se agota aquí, pero por algo se
empieza.
Nos leemos en la próxima.
Las imágenes son cuadros míos, que refieren a cada situación.